miércoles, 1 de julio de 2009

LIBRERÍA ANTICUARIA DE ANTONIO MATEOS. Primavera 2009

Un nuevo catálogo de una librería de "libros antiguos, curiosos y agotados" como la define su propietario ha llegado a mi buzón. Lamentablemente relegado en los últimos tiempos a cobijar casi en exclusiva correspondencia bancaria y publicidad varia, es un soplo de aire fresco encontrarse de vez en cuando con uno de estos sobres que albergan cual si cofre del tesoro fueran, joyas del papel impreso.

La Librería Anticuaria de Antonio Mateos ofrece sus servicios desde el año 1938 en la ciudad de Málaga. Ubicada actualmente en la calle Esparteros muy próxima a la principal calle de la capital de la Costa del Sol, la avenida Marqués de Larios, hoy día un agradable paseo peatonal cuando no pega la canícula.

Esta es una de las primeras librerías de lance que visité siendo prácticamente un imberbe y preguntando por (bendita inocencia) cualquier libro que versara sobre el protectorado español de Marruecos . De ella es el ejemplar más valorado (y costoso) de mi biblioteca: un enorme volumen que contiene dos años del periódico ilustrado "Mundo Militar" que se editara mediado el siglo XIX y que según reza en su primer número nace "...para tener al corriente al Ejército y al público en general, con verdad y exactitud, de todos los acontecimientos militares del mundo." Algún día tendré que dedicarle una entrada (o varias) porque son muchas las noticias interesantes y de gran belleza los grabados y mapas que ilustran sus páginas. Pero ahora corresponde, como es costumbre ya en mí con estos artículos, reseñar algunas referencias del catálogo a modo de pequeños bocados que quizá os despierten el apetito sobre el resto de manjares que lo componen.


21. ARDOIS Y CASAUS (Federico). Nociones de táctica naval, por el Capitán de Fragata... M., Imp. de la Infantería de Marina, 1891, 21 x 15 cm., hol. piel, 183 págs. con figuras intercaladas. - 50 €
[Sólo siete años antes del desastre de la Armada Española a manos de la norteamericana]

55 CALZADA (Bernardo María de). La subordinación. Tragi-comedia en cinco actos. Por..., Capitán del Regimiento de Caballería de la Reyna. M., Joachin Ibarra, 1785, 16 x 11 cm., hol. piel, 2 h. - 153 págs. - 250 €
[Un Ibarra asumible]

163 KAESTNER (Otto). El toreo científico. La teoría de la relatividad de Einstein aplicada a la Tauromaquia. Conferencias sobre toros explicadas por..., de la Escuela Técnica Superior de Charlottenburgo, traducción de Fernando de Ormaza. M., Gráfica Universal, s.a. (hacia 1925), 20 x 13 cm., retrato - 117 págs. con ilustraciones y viñetas intercaladas - 2 láminas en papel couché. - 60 €
[Los títulos extraños siempre fueron mi debilidad]

209 NAVARRETE (José). Desde Vad-Ras a Sevilla. Acuarelas de la campaña de África. M., por Víctor Saiz, (1876), 18'5 x 12 cm., hol. piel con puntas, XII - 260 págs. - 2 h. (El autor tomó parte, como militar, en la guerra de África de 1859 a 1860 y compendió luego sus recuerdos en este libro. Intervino en política, participó en la Revolución de Septiembre y fue diputado a Cortes) - 220 €
[Mi temática favorita]

martes, 23 de junio de 2009

THE HOUSE OF THE RISING SUN (I)

Empiezo con esta entrada una serie de artículos sobre versiones tributo de temas magníficos de la historia de la música. Sin más preámbulos para dejar todo el espacio posible a las canciones, comienzo esta espero que larga serie con The House of de Rising Sun ó Casa del Sol Naciente cuya versión más conocida quizá sea la que interpretaron allá por 1964 el grupo británico The Animals, liderado por la portentosa voz de Eric Burdon.


Esta versión calificada como el primer éxito del folk-rock, es una magnífica muestra de rock progresivo sustentado por unos teclados que casi hechan humo durante la parte final del tema. Sin embargo, esta versión tiene sus detractores ya que The Animals cambiaron el sentido de la letra que originalmente trataba de una mujer que termina prostituyéndose en la casa del sol naciente, para hacerla más suave al paladar de la todavía timorata sociedad de mediados de los 60. The Animals cantaba la historia desde la perspectiva de un jugador borracho que narra como esa casa de juego es su perdición.

Unos años antes, en 1961, Bob Dylan la grabó en su versión original más cruda. No es con mucho tan poderosa como la anterior, aunque sí más fiel con los orígenes del tema que se remontan al siglo XIX. Aquí os dejo su versión para los incondicionales del cantautor estadounidense.




Los orígenes de la canción se remontan a la segunda mitad del XIX como ya dije, algunos la relacionan con un prostíbulo de New Orleans que regentara una tal Marianne Le Soleil Levant entre 1862 y 1874, de cuyos apellidos traducidos al inglés tomaría el nombre el prostíbulo y por ende la canción, aunque parece más bien una historia traída al pelo para turistas ávidos de curiosidades (aparece en una guía de la ciudad). Otros opinan que es una melodía de origen inglés, con letra de dos americanos de Kentucky. Sea como fuere, uno de los primeros en grabarla fue Clarence "Tom" Ashley que lo hizo en 1933, aunque el primero que obtuvo un éxito comercial con ella fue Roy Acuff quien grabaría esta balada country cinco años más tarde.




En 1977 la banda de Johannesburg HOT R.S. iniciaría su carrera con una extensa versión disco (casi un cuarto de hora) completamente diferente como podéis suponer de las anteriores, no digamos ya de las primeras versiones blues y country. Este fue el primer EP del grupo, cuyo nombre es un acrónimo del título de la canción (House Of The Rising Sun). También os la dejo para que la disfrutéis ya que es magnífica.







Una versión mucho más próxima aunque algo más pausada que la de The Animals es la que el grupo británico Geordie afincado en Newcastle realizara en 1974, pero ¿quienes eran esta gente para que merezca la pena incluirlos en esta entrada? A ver si con la portada del disco os suena la cara de alguno de ellos ¿no?. Debéis centraros en el vocalista que es el que está en la parte inferior de la portada sosteniendo un puro, curiosa manera de cuidar su voz, su nombre es Brian Johnson ¿aún no os suena? seguro que si os digo que actualmente es el vocalista de AC-DC, puesto que ocupa desde la muerte de Bon Scott la cosa cambia ¿verdad?





Como ya se está alargando demasiado esta entrada y, supongo que son demasiadas versiones del mismo tema como para escucharlas todas de una tacada, voy a poner la última versión por hoy también diferente (muchas más esperan en la recámara para otra ocasión). En esta ocasión la versión jazz-funk que realizara en 1976 Idris Muhammad, un percusionista de New Orleans nacido Leo Morris, que al igual que Classius Clay tras su conversión al islam se cambió de nombre.


HINDUISMO DESPIADADO - (Occidente hipócrita I)

El pasado día 19 de junio falleció Vicente Ferrer en su casa de Anantapur (India). A Vicente le cambió la vida cuando fue enviado como misionero jesuita a Mombay, donde no dejaría de ayudar a los más pobres. Expulsado de la India, regresó al poco tiempo para dejar la Compañía de Jesús y crear su propia Fundación que, siempre en la cuerda floja por falta de recursos no fue óbice para apoyar a miles de campesinos necesitados, fundar cientos de escuelas y crear hasta cinco hospitales en una de las regiones más pobres de la India. Fue reconocido internacionalmente, entre otros galardones recibió el premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1998. Prensa, radio y televisión han recogido la noticia. Internet se ha vuelto inundada estos días con artículos sobre el suceso y sobre su vida y obra. Miles de personas han asistido a su entierro en el día de ayer, declarado funeral de estado en la India.

Cuatro días antes, el 15 de junio falleció también en la India un joven hindú desconocido para todos, uno de esos millones de pobres que viven en aquel país. No fundó nada, no ayudó más que a los suyos con lo poco que podía ganar cuando conseguía algo. Anil Kumar, que así se llamaba, pertenecía a la casta de los "dalits" o intocables, se ganaba la subsistencia que no la vida con los trabajos más miserables, ya que era considerado según el sistema tradicional de castas hindú como menos que un excremento. Su familia lo llevó al hospital público del destrito de Hamirpur en la región norteña de Uttar Pradesh para que fuera atendido de unas quemaduras provocadas por una electrocución, sin embargo, los médicos del hospital rechazaron atenderlo según el agente encargado de la investigación porque "no tenían como objetivo tratar a los pacientes de castas bajas". Los mass media tradicionales no recogieron la noticia de su muerte, en internet pocos sitios (aquí y aquí) la mostraban. Sólo su familia debió asistir a su cremación como establece la religión hindú, aunque desconozco si tendrían siquiera dinero para comprar la leña necesaria para ello.

Vicente Ferrer luchó por sacar de la pobreza más miserable a miles de marginados, su labor seguramente es digna de elogio. Anil Kumar era uno de esos parias que Vicente Ferrer seguramente habría ayudado si hubiese tenido la fortuna de vivir en la región donde éste ejercía su laico ministerio. La noticia del segundo ha circulado sin pena ni gloria, sin levantar prácticamente una pizca de indignación en el primer mundo, eclipsada por la abrumadora avalancha informativa del primero.

En este primer mundo que vivimos, en el que creamos blogs donde criticamos la hipocresía de los diferentes credos cristianos, los sinsentido de sus clases dirigentes, donde adoctrinamos contra el fundamentalismo musulmán y contra la marginación que sufre la mitad de su población, no somos menos hipócritas al ensalzar al hombre que dedicó su vida en ayudar a los más necesitados y sin embargo, olvidarnos precisamente de aquellos a los que prestaba su ayuda, no somos menos marginadores al olvidarnos de que existen otras religiones tan fundamentalistas, crueles, ilógicas e inhumanas como las más próximas que nos dignamos criticar, y sin embargo no nos merecen más que un simple par de entradas en algunos blogs marginales como éste.

Si la obra de Vicente Ferrer sirvió para algo deberíamos haber dado una mayor difusión al lamentable suceso de la muerte de Anil Kumar. Nuestra arrogancia y vanidad se ha visto colmada con el recordatorio de la vida y obra de Vicente Ferrer con la que nos damos por satisfechos, pero no seguimos su ejemplo, no deseamos mancharnos con la inmundicia de esos millones de desharrapados. La marginación de los intocables en la india tiene su base en la infinidad de ritos que conformar el hinduismo, una religión arcaica y obsoleta en el mundo que vivimos, pero que aquí, en occidente nos parece tan lejana que ni siquiera nos merece la pena escribir unas pocas líneas para criticarla. Descansen en paz ambos. Ojalá estuviese equivocado y existiera una nueva vida tras la muerte no para premiar la bondad de Vicente Ferrer, sino para recompensar una vida llena de sufrimientos y miseria como la de los millones de intocables que como Anil, viven bajo el yugo de su absurda religión.

lunes, 15 de junio de 2009

ULTIMAS POSESIONES ESPAÑOLAS EN OCEANIA (1ª parte)

De todos es más o menos conocido que España liquidó su imperio colonial (dejando de lado las aventuras africanistas posteriores) acabando el siglo XIX con motivo de la guerra de 1898 contra los EEUU. Dicho año durante el que se liquidó la contienda marcó el final de una época para nuestro país del que surgió un movimiento cultural y político renovador y crítico con la Restauración que pretendía devolver a la metrópoli el orgullo perdido. Lo que no todos saben es que el punto final a las últimas de nuestras posesiones ultramarinas en la zona del pacífico se alargó en el tiempo unos pocos años más, realmente no se produjo de manera formal hasta comenzado ya el siglo XX a causa del olvido o desconocimiento de los políticos norteamericanos encargados de firmar el acuerdo de paz, circunstancia ésta que el gobierno español de la época intentó aprovechar en beneficio propio.

El conflicto con los EEUU surge del interés que éstos venían demostrando hace tiempo por Cuba con el oscuro propósito de expandir su área de influencia en el Caribe a costa de las posesiones españolas (titular de un imperio colonial en franca decadencia) y con vistas a asegurar las rutas marítimas que crearía la futura construcción del canal de Panamá, un proyecto que ya venía de largo; y ya sea porque aprovecharon la oportunidad del accidente del Maine en el puerto de La Habana o éste fuera provocado a fin de conseguir una excusa por la que poder declarar la guerra, lo cierto es que la superioridad naval de los EEUU humilló en pocos meses a la marina de nuestro país (aunque esto último también es objeto de controversia), viéndose ésta obligada a entregar la mayoría de sus territorios ultramarinos a los EEUU ante el temor de que el conflicto se extendiera a la península e islas Canarias [1].

Si bien en el Pacífico inicialmente los americanos no tenían intereses, fueron alentados por el Reino Unido para extender la contienda a las posesiones españolas con la que la pérfida albión había tenido algún encontronazo escasos años antes por establecer áreas de influencia en la zona, más concretamente al norte de Borneo [2]; por ello la flota estadounidense que se encontraba oportunamente fondeada en Hong Kong realizando maniobras navales antes incluso de que se produjera el incidente del Maine, se dirigió a las Filipinas para entablar combate con la flota española del pacífico destrozándola en la batalla de Cavite (01.05.1898). La posterior toma de Guam (21.06.1898), la más importante de las Marianas y la mayor de la miríada de islas que formaban el resto del imperio español en el pacífico fue un hecho anecdótico que reservo para otra entrada, sólo quedaba la ocupación asegurada ya la retaguardia, del territorio filipino controlado por los españoles que culminaría con la toma de Manila (13.08.1898).

Habiendo corrido similar suerte las posesiones caribeñas, a España no le quedó más remedio que claudicar y aceptar las condiciones que impuso el vencedor. El acuerdo de paz impuesto se firmó en París el 10 de diciembre de 1898, debidamente ratificado por ambos países como el mismo acuerdo estipulaba, y canjeadas estas ratificaciones en Washington el 11 de abril de 1899, dicho acuerdo se hizo de público conocimiento en España con su inserción en el nº 123 de La Gazeta de Madrid del día 3 de mayo de 1899. Como se puede comprobar al cotejar las fechas, todas estas formalidades se concretaron todavía en el siglo XIX. Por este tratado España cedía:

Art. I - Todo derecho de soberanía y propiedad sobre Cuba
Art. II - La isla de Puerto Rico y las demás que están ahora bajo su soberanía en las Indias Occidentales, y la isla de Guam en el Archipiélago de las Marianas o Ladrones.
Art. III - El Archipiélago conocido por las islas filipinas, que comprende las islas situadas dentro de las líneas siguientes: ... [3]

Pasa entonces a detallarse en el acuerdo, desconozco el motivo, las líneas de longitud y latitud que engloban a las islas de soberanía española encuadradas todas bajo la denominación de archipiélago filipino, cuando en el artículo II se pretende lo mismo sin necesidad de especificar los paralelos que delimitan las posesiones caribeñas tan sólo indicando en este caso: "...las demás que están ahora bajo su soberanía"[3] . Es preciso señalar que, aunque se delimite un territorio marítimo, del mar interior no se transfiere su propiedad, ya que ningún país tiene derecho a poseer una zona de océano, simplemente pretendía recoger en una especie de lazo todas las islas que se encontraran dentro de dichos límites.

El motivo por el que se hizo de esta manera con el archipiélago filipino lo desconozco, probablemente fue motivado por la mayor extensión de éste frente a las posesiones caribeñas, y quizá también por la mayor problemática sobre los derechos de propiedad de las potencias europeas, todavía sin delimitar claramente en esa zona del mundo; España misma mantuvo varios conflictos en el Pacífico durante el siglo XIX en la que intervinieron algunas potencias europeas que espero poder comentar en otras entradas. Los EEUU únicamente pretenderían con esos límites exactos determinar claramente que territorios pasaban a ser de su soberanía tras el acuerdo de paz.

Así pues la delimitación del archipiélago filipino por coordenadas fue impuesta por la nación victoriosa, España fue a París a acatar simple y llanamente como vencida cualquier acuerdo que le impusieran, y así fue firmado y ratificado como ya comenté anteriormente.

La cuestión es que dentro de los límites establecidos por los EEUU quedaron fuera dos pequeñas islas que formaron parte del antiguo sultanato de Joló, incorporado a las Filipinas por España a finales del XIX y formalmente reconocida la soberanía Española sobre dicho archipiélago por el Reino Unido y Alemania tras el tratado de Madrid de 1885, aunque en la práctica las últimas islas del sultanato se incorporaran a España algunos años más tarde de la firma de dicho tratado. Quizá fue ésta también una de las razones por la que no estaban nada claros los límites jurisdiccionales en dichas aguas, a consecuencia de ello las islas de Sibutú y Cagayán de Joló en el verano de 1899 aún seguían siendo de derecho de propiedad española, ya que no de hecho.


El conflicto por dichas islas se originó un año más tarde, con motivo de la noticia de la ocupación militar de EEUU de la isla de Sibutú aparecida en la prensa norteamericana, ante la que España presenta una Nota de protesta fechada el 6 de febrero de 1900 por la que reclamaba la devolución de dichas islas en los siguientes términos:

Al celebrarse el mencionado Tratado los Delegados americanos impusieron la demarcación que les pareció conveniente, y los Delegados españoles se concretaron a aceptarla, pues no tenían medios de resistirla (...). En este caso espero que sin pérdida de tiempo se den las órdenes oportunas para que aquellas fuerzas se retiren. [1]

¡Sí señor!, acabábamos de perder una guerra de un modo humillante y con dos pares de narices exigíamos ante la nación que nos había vapuleado la devolución de unas islas minúsculas que por otra parte no íbamos a poder ocupar, ni mucho menos mantener.

Los intercambios de notas y entrevistas se sucedieron los meses siguientes, tras los que los EEUU insistían en que había que atenerse a las intenciones de los firmantes del Tratado de Paz (pérdida de todo el archipiélago filipino) y no a lo reflejado tan concretamente en el mismo como alegaba el gobierno español, que insistía con razón en lo peligroso de interpretar los acuerdos internacionales y no atenerse a lo suscrito en ellos de esta manera:

...debo protestar contra la peligrosa doctrina que la Nota de ese departamento de Estado, a la que tengo la honra de contestar, pretende establecer. Si fuera lícito, después de firmado un contrato en términos explícitos y claros, rebuscar e interpretar las intenciones de los contratantes, no habría Pacto, ni Convenio, ni Tratado que fuera seguro, ni que tuviera valor alguno. [1]

Tuviera la intención España de mantener aquellas lejanas y únicas islas bajo su dominio (ya se habían vendido a Alemania el resto de posesiones del Pacífico) o simplemente pretendiera sacar tajada de aquel olvido de diciembre de 1898 en París, lo cierto es que ambas islas fueron objeto de un nuevo tratado con los EEUU, en este caso no es un acuerdo de paz, sino un tratado de cesión de soberanía por parte de España, ya que ambas naciones habían dado por concluidas sus discrepancias tras el Tratado de París.

Dicho acuerdo de cesión se justifica porque se pretendía "evitar cualquier desavenencia a que pudiera dar lugar la interpretación del artículo 3º del Tratado de Paz" [4], y estaba constituido por un único artículo donde se cedían todas aquellas islas del archipiélago Filipino que quedase fuera de los límites establecidos en el Tratado de París.

El tratado fue redactado por duplicado en la ciudad de Washington el 7 de noviembre de 1900, aún en el siglo XIX (si bien algunos pueden pensar que ya estaríamos en el XX); aunque como el anterior tratado de paz para que fuera totalmente legal debía ser ratificado por ambos países y canjeadas dichas ratificaciones en el menor tiempo posible. Dichos trámites culminaron con el canje de las ratificaciones el 23 de marzo de 1901 en Washington, ya en el siglo XX, no haciéndose público en España hasta su inclusión en el nº 236 de la Gazeta de Madrid de 24 de agosto de 1901.

Así que se puede afirmar sin riesgo de cometer ningún error, que España perdió lo que restaba de su anterior inmenso imperio colonial en los albores del pasado siglo, aunque solo fuera de una manera testimonial y a cambio de 100.000 $.

Fuentes:

Libros
[1] Imperialismo, relaciones internacionales y derecho internacional en Extremo Oriente (Filipinas) 1830-1898/1914 - Luis Eugenio Togores Sánchez
[2] Cuarteroni y los piratas de los Mares del Sur - Alicia Castellanos

Documentos
[3] Tratado de Paz de París
[4] Tratado de cesión de Sibutú y Cagayán de Joló

Páginas web
http://www.eldesastredel98.com/

ALBERTO MONTT

Acabo de incorporar al blog un gadget que enlaza con el blog "Dosis diarias" de Alberto Montt. Se trata de un ilustrador chileno que mantiene su blog con entradas única y exclusivamente integradas por viñetas de un humor irreverente y absurdo en ocasiones, pero que no por ello deja de ser inteligente, elaboradas todas con un cuidado exquisito por los detalles y el acabado. Montt no sólo es un cuenta chistes, historietas o chascarrillos más o menos ingeniosos, sino que cada uno de ellos va acompañado de un grafismo propio y elaborado que los hace singulares hoy en día, donde prima el mensaje directo casi sin elaboración. Según nos relata el mismo, estos son sus orígenes:

Si de pequeño me hubieran preguntado qué quería hacer en la vida ¡Sin duda habría respondido que dibujar!. Tengo la suerte de hacer lo que me gusta y vivir de ello. Soy ilustrador hace casi una década. Mis trabajos han sido publicados en los principales medios de prensa escrita en Chile y Ecuador, donde viví 25 años, y he ilustrado más de 35 libros de literatura infantil y juvenil.

El humor siempre fue una fuente de inspiración y una constante herramienta de reflexión y crecimiento en mi vida. Gary Larson, Quino, Fontanarrosa, Les Luthiers, Radio free Vestibule, Monty Pyton, Mitch Hedberg, Oscar Wilde, Sarah Silverman, y muchos otros me han ayudado a ver la vida desde una perspectiva diferente. Es por esto que hoy tengo un proyecto personal, un blog http://www.dosisdiarias.com en el que ilustro las idioteces que tengo en la cabeza, simplemente por el gusto y la necesidad de exorcizarlas. Y, aunque he descubierto que, lejos de terminarse, siguen apareciendo, hoy no puedo parar.

Tiene algunos libros publicados, uno de ellos recoge una recopilación de las viñetas que han ido apareciendo en el blog que iniciara en noviembre de 2006 titulado En Dosis Diarias, editado por Ediciones B. Habiendo recorrido su blog de principio a fin, puedo decir sin temor a equivocarme que su libro es una fuente segura de humor de calidad que no desentonará en ninguna de vuestras bibliotecas. Además del gadget dejo a continuación una de sus viñetas que, no se por qué motivo le tengo un especial aprecio.

Fuentes:
http://www.indie.cl/

sábado, 23 de mayo de 2009

EL CAMINO DE SANTIAGO. Librería Anticuaria - Abril 2009

Han pasado muchos meses desde el último (y primer) catálogo de libros de lance que comenté en este blog, enlace aquí.

Entretanto he recibido muchos otros que por desidia no he comentado, pero no podía dejar de comentaros éste que publica la librería de Felipe Martínez Prieto El Camino de Santiago. Librería anticuaria fundada en 1905 en León de esta manera tan curiosa y arriesgada:

Por eso cuando llegó la hora en que debía desprenderme de todos los libros al meterme a librero solamente me quedaba el tramo final de la escalera, unos mil quinientos libros. Era el único modo que tenía -ya que dinero no- de arrancar con un fondo de librería interesante: se vendieron muy bien. Y confieso que no me dolió venderlos.
Reconozco también que no he vuelto a formar biblioteca personal (según una antigua tradición -y pueden verse referencias en El Quijote y en otros clásicos-), puede ocurrir en cierto momento de la vida de algunos muy lectores, por su bien, que les convenga dejar los libros.
Algunos de los clientes y particularmente los más bibliófilos de entre ellos, a veces se extrañan un poco de oírme decir estas cosas porque se dan cuenta de que -como ellos- aprecio lo bello y lo excelente y conozco (en el sentido clásico de conocer) el amor que suscitan en nuestros corazones. Pero hace años que leo apenas las solapas y los prólogos: busco los libros raros, bellos, sabios. Los compro y los disfruto mientras están en mi poder y luego los traslado a poder de quien los quiere y acaso los merece o necesita más que yo: los clientes de la librería que me honran con sus enseñanzas y sus adquisiciones.




Pocos de nosotros en nuestra vida habremos tomado una decisión tan importante: lanzarnos al agua de cabeza, sin salvavidas. Arriesgar todo lo que teníamos de valor por alcanzar un sueño. Y Felipe Martínez Prieto lo hizo, y lo hizo muy bien; porque sus catálogos no son una simple recopilación de libros de segunda mano, su librería es mucho más que una librería de lance, como bien reza en su denominación se trata de una librería anticuaria que en su último catálogo ofrece: 50 primeras ediciones, una edición incunable de la Divina Comedia, dos Nobiliarios desconocidos del s. XVII, más de 30 piezas cartográficas (s. XVII, XVIII, XIX)... entre otras muchas delicatessen. Como en la anterior ocasión, os dejo unas pocas referencias del catálogo agradables a mi paladar, pero desgraciadamente inalcanzables para mi bolsillo. Las cursivas son mías:






11. Biblia Sacra Vulgatae Editiones, Sixti V & Clementis VIII. Pont. Max. Auctoritate recognita.
Joaquín Ibarra, Madrid, 1877. 2 vols, plena piel de época, con nervios, lomo cuajado y dos tejuelos, cinta de registro, cortes pintados. 671 y 771 pp. Gran folio - 700 €
[Algún día podré agenciarme una edición de este magnífico impresor aragonés del XVIII para mi humilde biblioteca.]

13 Constitución de la Nación Española, promulgada en Madrid el 6 de junio de 1869
Imp. de J. A. García, Madrid, 1869. Plena piel con nervios, título dorado en la cubierta superior, estuche. 88 páginas. 16º - 600 €
[Una buena oportunidad de conseguir en una cuidada edición original uno de los textos constitucionales del XIX.]

17 El libro de Oro de la Patria [vasca]
Editorial Gurea, San Sebastián, s/f pero hacia 1934. Plena piel editorial muy lujosa, con título dorado sobre el plano superior, que lleva también la incrustación del escudo heráldico de seis cuarteles bordados a todo color. Reproduce los autógrafos de Mciá, Edmon de Valera (presidente de Irlanda), pensamientos de Arana Goiri y dedicatoria por Arturo Campión. Gran papel en diversos colores, con grandes márgenes. Cada monografía se ejecutó con diseños gráficos, ilustraciones y colores diferentes. Numerosos artículos sobre los más diversos temas de la historia, etnología, arte, literatura y cultura vasca en general, reproduciendo multitud de pinturas alusivas mediante láminas litográficas a todo color y de gran calidad. Incluye también 2 aguafuertes de David Álvarez y otros 2 de Murillo, así como dibujos por Murillo, Txiki, Lagarde, Bernaville. Y la portada del Estatuto Vasco presentado a las Cortes españolas. Gran folio. - 1400 €

92 Bury, Ricardo y M. Ilin. Colección Crisolín nº 0.
Amor e Historia en el Libro: Filobiblión, muy hermoso tratado sobre el amor a los libros y Negro sobre Blanco, una historia de la escritura y el libro para chicos y grandes. Aguilar, Madrid, 1950. Plena piel editorial, papel biblia, cinta de registro, retrato, 482 pp. 84x62 mm. - 700 €
[De la misma manera que deseo un Ibarra en mi biblioteca, algún día afrontaré la adquisición de esta diminuta pero exquisita colección de la editorial Aguilar, de la que sólo dispongo de un ejemplar. En el resto del catálogo se ofrecen algunos números más de la colección Crisolín.]


Por si alguno quiere (y puede) visitar la librería, os dejo el plano de situación:

sábado, 25 de abril de 2009

SEGURIDAD VIAL EN POLONIA

Gracias al programa Asuntos Propios de RNE me he enterado de la noticia, después confirmada aquí y aquí vía internet, de las actuaciones que el departamento de policía polaco va a tomar estos días como medida de seguridad vial encaminada a disminuir la elevada accidentalidad que padecen los conductores de dicho país.

La medida en cuestión (y parece ser que no es el primer año que se pone en práctica) consiste en según la agencia EFE:
"... el próximo domingo grupos de agentes rezarán por los conductores y pedirán ayuda divina para evitar los siniestros."
Así, tal cual. No sé que pensarán los polacos... pero si de mi se tratara, tendría serias dudas en usar sus carreteras para mis desplazamientos. Declaraciones de este tipo no me brindan demasiada confianza que digamos en la profesionalidad de los agentes encargados de garantizar la seguridad del tráfico, quizá buena voluntad sí, pero no creo que me sirviera de mucho frente a un firme en mal estado.

Quien bien me conoce sabe de mi escasa devoción por el sr. Pere Navarro, Director General de Tráfico en España, pero oído y leído lo anterior casi que no me queda más remedio que santiguarme y encomendarme a la divina providencia para que al sr. Navarro no se le ocurra tomar una medida similar. Me veo poniendo un altar dedicado a San Cristobal en la oficina de Tráfico a modo del San Pancracio de turno con su perejil a cuestas.

Si fuera el día de los Santos Inocentes pensaría que se trata de una inocentada, pero aquí esta confirmada en la misma página oficial de la Policja o Policía de Polonia, pinchando en la imagen acceso directo a la noticia en la página oficial de la policia polaca. Como evidentemente los pocos que me leen dudo de que conozcáis el polaco podéis darle al traductor, aunque los resultados son desalentadores, se confirma la veracidad de la noticia. Ver para creer.

viernes, 24 de abril de 2009

DEL AMOR A LOS LIBROS

Recién acabado el día del libro y casi paso por él sin cumplir con la tradición de agenciarme uno más dispuesto a luchar por encontrar un lugar entre los abarrotados anaqueles de mi biblioteca. En esta ocasión el eligido ha sido Marruecos ¡17 a las 17! de Joaquín Gil Honduvilla. Un libro que describe como se desarrollaron los acontecimientos en las plazas del Protectorado español de Marruecos en los días claves del golpe de estado de Franco.

Realmente poco importa la temática de la adquisición, lo importante es cumplir con la tradición, mantener vivo ese ritual mágico consistente en trasladar hasta el rincón favorito de tu hogar ese pequeño trofeo de papel encolado, destaparlo y hurgar en su contenido, imaginando todo lo que el autor quiso plasmar en sus páginas.

Uno de los pocos textos que he leído donde se describe a la perfección esa magia que posee todo libro impreso se debe a Ray Bradbury (1920-). Autor de Crónicas Marcianas (1950) o Fahrenheit 451 (1953), es precisamente en una edición de esta última donde incluye un postfacio fechado cuarenta años después de su publicación en el que relata apasionadamente su amor por los libros, en concreto por ese libro en particular. Aviso que es un poco extenso, pero os lo transcribo completo para que lo disfrutéis como yo lo hice en su día, aunque poniendo en negrita los párrafos más emotivos por si no tenéis tiempo de leerlo en su totalidad. Prohibido pasar por alto el final.

Cinco pequeños brincos y luego un gran salto.

Cinco petardos y luego una explosión.

Eso describe poco más o menos la génesis de Fahrenheit 451.

Cinco cuentos cortos, escritos durante un período de dos o tres años, hicieron que invirtiera nueve dólares y medio en monedas de diez centavos en alquilar una máquina de escribir en el sótano de una biblioteca, y acabara la novela corta en sólo nueve días.

¿Cómo es eso?

Primero, los saltitos, los petardos:

En un cuento corto, «Bonfire», que nunca vendí a ninguna revista, imaginé los pensamientos literarios de un hombre en la noche anterior al fin del mundo. Escribí unos cuantos relatos parecidos hace unos cuarenta y cinco años, no como una predicción, sino como una advertencia, en ocasiones demasiado insistente. En «Bonfire», mi héroe enumera sus grandes pasiones. Algunas dicen así:

«Lo que más molestaba a William Peterson era Shakespeare y Platón y Aristóteles y Jonathan Swift y William. Faulkner, y los poemas de, bueno, Robert Frost, quizá, y John Donne y Robert Herrick. Todos arrojados a la Hoguera. Después imaginó las cenizas (porque en eso se convertirían). Pensó en las esculturas colosales de Michelangelo, y en el Greco y Renoir y en tantos otros. Mañana estarían todos muertos, Shakespeare y Frost junto con HuxIey, Picasso, Swift y Beethoven, toda aquella extraordinaria biblioteca y el bastante común propietario … »

No mucho después de «Bonfire» escribí un cuento más imaginativo, pienso, sobre el futuro próximo, «Bright Phoenix»: el patriota fanático local amenaza al bibliotecario del pueblo a propósito de unos cuantos miles de libros condenados a la hoguera. Cuando los incendiarios llegan para rociar los volúmenes con kerosene, el bibliotecario los invita a entrar, y en lugar de defenderse, utiliza contra ellos armas bastante sutiles y absolutamente obvias. Mientras recorremos la biblioteca y encontramos a los lectores que la habitan, se hace evidente que detrás de los ojos y entre las orejas de todos hay más de lo que podría imaginarse. Mientras quema los libros en el césped del jardín de la biblioteca, el Censor Jefe toma café con el bibliotecario del pueblo y habla con un camarero del bar de enfrente, que viene trayendo una jarra de humeante café.

-Hola, Keats -dije.

-Tiempo de brumas y frustración madura -dijo el camarero.

-¿Keats? -dijo el Censor jefe -. ¡No se llama Keats!

-Estúpido -dije -. Éste es un restaurante griego. ¿No es así, Platón?

El camarero volvió a llenarme la taza. -El pueblo tiene siempre algún campeón, a quien enaltece por encima de todo… Ésta y no otra es la raíz de la que nace un tirano; al principio es un protector.

Y más tarde, al salir del restaurante, Barnes tropezó con un anciano que casi cayó al suelo. Lo agarré del brazo.

-Profesor Einstein -dije yo.

-Señor Shakespeare -dijo él.

Y cuando la biblioteca cierra y un hombre alto sale de allí, digo: -Buenas noches, señor Lincoln …

Y él contesta: -Cuatro docenas y siete años …

El fanático incendiario de libros se da cuenta entonces de que todo el pueblo ha escondido los libros memorizándolos. ¡Hay libros por todas partes, escondidos en la cabeza de la gente! El hombre se vuelve loco, y la historia termina.

Para ser seguida por otras historias similares: «The Exiles», que trata de los personajes de los libros de Oz y Tarzán y Alicia, y de los personajes de los extraños cuentos escritos por Hawthorne y Poe, exiliados todos en Marte; uno por uno estos fantasmas se desvanecen y vuelan hacia una muerte definitiva cuando en la Tierra arden los últimos libros.

En «Usher H» mi héroe reúne en una casa de Marte a todos los incendiarios de libros, esas almas tristes que creen que la fantasía es perjudicial para la mente. Los hace bailar en el baile de disfraces de la Muerte Roja, y los ahoga a todos en una laguna negra, mientras la Segunda Casa Usher se hunde en un abismo insondable.

Ahora el quinto brinco antes del gran salto.

Hace unos cuarenta y dos años, año más o año menos, un escritor amigo mío y yo íbamos paseando y charlando por Wilshire, Los Angeles, cuando un coche de policía se detuvo y un agente salió y nos preguntó qué estábamos haciendo.

-Poniendo un pie delante del otro -le contesté, sabihondo.

Ésa no era la respuesta apropiada.

El policía repitió la pregunta.

Engreído, respondí: -Respirando el aire, hablando, conversando, paseando.

El oficial frunció el ceño. Me expliqué.

-Es ¡lógico que nos haya abordado. Si hubiéramos querido asaltar a alguien o robar en una tienda, habríamos conducido hasta aquí, habríamos asaltado o robado, y nos habríamos ido en coche. Como usted puede ver, no tenemos coche, sólo nuestros pies.

-¿Paseando, eh? -dijo el oficial -. ¿Sólo paseando?

Asentí y esperé a que la evidente verdad le entrara al fin en la cabeza.

-Bien -dijo el oficial -. Pero, ¡qué no se repita!

Y el coche patrulla se alejó.

Atrapado por este encuentro al estilo de Alicia en el País de las Maravillas, corrí a casa a escribir «El peatón» que hablaba de un tiempo futuro en el que estaba prohibido caminar, y los peatones eran tratados como criminales. El relato fue rechazado por todas las revistas del país y acabó en el Reporter la espléndida revista política de Max Ascoli.

Doy gracias a Dios por el encuentro con el coche patrulla, la curiosa pregunta, mis respuestas estúpidas, porque si no hubiera escrito «El peatón» no habría podido sacar a mi criminal paseante nocturno para otro trabajo en la ciudad, unos meses más tarde.

Cuando lo hice, lo que empezó como una prueba de asociación de palabras o ideas se convirtió en una no vela de 25.000 palabras titulada «The Fireman», que me costó mucho vender, pues era la época del Comité de Investigaciones de Actividades Antiamericanas, aunque mucho antes de que Joseph McCarthy saliera a escena con Bobby Kermedy al alcance de la mano para organizar nuevas pesquisas.

En la sala de mecanografía, en el sótano de la biblioteca, gasté la fortuna de nueve dólares y medio en monedas de diez centavos; compré tiempo y espacio junto con una docena de estudiantes sentados ante otras tantas máquinas de escribir.

Era relativamente pobre en 1950 y no podía permitirme una oficina. Un mediodía, vagabundeando por el campus de la UCLA, me llegó el sonido de un tecleo desde las profundidades y fui a investigar. Con un grito de alegría descubrí que, en efecto, había una sala de mecanografía con máquinas de escribir de alquiler donde por diez centavos la media hora uno podía sentarse y crear sin necesidad de tener una oficina decente.

Me senté y tres horas después advertí que me había atrapado una idea, pequeña al principio pero de proporciones gigantescas hacia el final. El concepto era tan absorbente que esa tarde me fue difícil salir del sótano de la biblioteca y tomar el autobús de vuelta a la realidad: mi casa, mi mujer y nuestra pequeña hija.

No puedo explicarles qué excitante aventura fue, un día tras otro, atacar la máquina de alquiler, meterle monedas de diez centavos, aporrearla como un loco, correr escaleras arriba para ir a buscar más monedas, meterse entre los estantes y volver a salir a toda prisa, sacar libros, escudriñar páginas, respirar el mejor polen del mundo, el polvo de los libros, que desencadena alergias literarias. Luego correr de vuelta abajo con el sonrojo del enamorado, habiendo encontrado una cita aquí, otra allá, que metería o embutiría en mi mito en gestación. Yo estaba, como el héroe de Melville, enloquecido por la locura. No podía detenerme. Yo no escribí Fahrenheit 451, él me escribió a mí. Había una circulación continua de energía que salía de la página y me entraba por los ojos y recorría mi sistema nervioso antes de salirme por las manos. La máquina de escribir y yo éramos hermanos siameses, unidos por las puntas de los dedos.


Fue un triunfo especial porque yo llevaba escribiendo relatos cortos desde los doce años, en el colegio y después, pensando siempre que quizá nunca me atrevería a saltar al abismo de una novela. Aquí, pues, estaba mi primer intento de salto, sin paracaídas, a una nueva forma. Con un entusiasmo desmedido a causa de mis carreras por la biblioteca, oliendo las encuadernaciones y saboreando las tintas, pronto descubrí, como he explicado antes, que nadie quería «The Fireman». Fue rechazado por todas las revistas y finalmente fue publicado por la revista Galaxy, cuyo editor, Horace Gold, era más valiente que la mayoría en aquellos tiempos.

¿Qué despertó mi inspiración? ¿Fue necesario todo un sistema de raíces de influencia, sí, que me impulsaran a tirarme de cabeza a la máquina de escribir y a salir chorreando de hipérboles, metáforas y símiles sobre fuego, imprentas y papiros?

Por supuesto: Hitler había quemado libros en Alemania en 1934, y se hablaba de los cerilleros y yesqueros de Stalin. Y además, mucho antes, hubo una caza de brujas en Salem en 1680, en la que mi diez veces tatarabuela Mary Bradbury fue condenada pero escapó a la hoguera. Y sobre todo fue mi formación romántica en la mitología romana, griega y egipcia, que empezó cuando yo tenía tres años. Sí, cuando yo tenía tres años, tres, sacaron a Tut de su tumba y lo mostraron en el suplemento semanal de los periódicos envuelto en toda una panoplia de oro, ¡y me pregunté qué sería aquello y se lo pregunté a mis padres!

De modo que era inevitable que acabara oyendo o leyendo sobre los tres incendios de la biblioteca de Alejandría; dos accidentales, y el otro intencionado. Tenía nueve años cuando me enteré y me eché a llorar. Porque, como niño extraño, yo ya era habitante de los altos áticos y los sótanos encantados de la biblioteca Carnegie de Waukegan, Illinois.

Puesto que he empezado, continuaré. A los ocho, nueve, doce y catorce años, no había nada más emocionante para mí que correr a la biblioteca cada lunes por la noche, mi hermano siempre delante para llegar primero. Una vez dentro, la vieja bibliotecaria (siempre fueron viejas en mi niñez) sopesaba el peso de los libros que yo llevaba y mi propio peso, y desaprobando la desigualdad (más libros que chico), me dejaba correr de vuelta a casa donde yo lamía y pasaba las páginas.

Mi locura persistió cuando mi familia cruzó el país en coche en 1932 y 1934 por la carretera 66. En cuanto nuestro viejo Buick se detenía, yo salía del coche y caminaba hacia la biblioteca más cercana, donde tenían que vivir otros Tarzanes, otros Tik Toks, otras Bellas y Bestias que yo no conocía.

Cuando salí de la escuela secundaria, no tenía dinero para ir a la universidad. Vendí periódicos en una esquina durante tres años y me encerraba en la biblioteca del centro tres o cuatro días a la semana, y a menudo escribí cuentos cortos en docenas de esos pequeños tacos de papel que hay repartidos por las bibliotecas, como un servicio para los lectores. Emergí de la biblioteca a los veintiocho años. Años más tarde, durante una conferencia en una universidad, habiendo oído de mi total inmersión en la literatura, el decano de la facultad me obsequió con birrete, toga y un diploma, como «graduado» de la biblioteca.

Con la certeza de que estaría solo y necesitando ampliar mi formación, incorporé a mi vida a mi profesor de poesía y a mi profesora de narrativa breve de la escuela secundaria de Los Angeles. Esta última, Jermet Johnson, murió a los noventa años hace sólo unos años, no mucho después de informarse sobre mis hábitos de lectura.

En los últimos cuarenta años es posible que haya escrito más poemas, ensayos, cuentos, obras teatrales y novelas sobre bibliotecas, bibliotecarios y autores que cualquier otro escritor. He escrito poemas como Emily Dickinson, Where Are You? Hermann Melville Called Your Name Last Night In His Sleep. Y otro reivindicando a Emily y el señor Poe como mis padres. Y un cuento en el que Charles Dickens se muda a la buhardilla de la casa de mis abuelos en el verano de 1932, me llama Pip, y me permite ayudarlo a terminar Historia de dos ciudades. Finalmente, la biblioteca de La feria de las tinieblas es el punto de cita para un encuentro a medianoche entre el Bien y el Mal. La señora Halloway y el señor Dark. Todas las mujeres de mi vida han sido profesoras, bibliotecarias y libreras. Conocí a mi mujer, Maggie, en una librería en la primavera de 1946.

Pero volvamos a «El peatón» y el destino que corrió después de ser publicado en una revista de poca categoría. ¿Cómo creció hasta ser dos veces más extenso y salir al mundo?

En 1953 ocurrieron dos agradables novedades. Ian Ballantine se embarcó en una aventura arriesgada, una colección en la que se publicarían las novelas en tapa dura y rústica a la vez. Ballantine vio en Fahrenheit 451 las cualidades de una novela decente si yo añadía otras 25.000 palabras a las primeras 25.000.

¿Podía hacerse? Al recordar mi inversión en monedas de diez centavos y mi galopante ir y venir por las escaleras de la biblioteca de UCLA a la sala de mecanografía, temí volver a reencender el libro y recocer los personajes. Yo soy un escritor apasionado, no intelectual, lo que quiere decir que mis personajes tienen que adelantarse a mí para vivir la historia. Si mi intelecto los alcanza demasiado pronto, toda la aventura puede quedar empantanada en la duda y en innumerables juegos mentales.

La mejor respuesta fue fijar una fecha y pedirle a Stanley Kauffmann, mi editor de Ballantine, que viniera a la costa en agosto. Eso aseguraría, pensé, que este libro Lázaro se levantara de entre los muertos. Eso además de las conversaciones que mantenía en mi cabeza con el jefe de Bomberos, Beatty, y la idea misma de futuras hogueras de libros. Si era capaz de volver a encender a Beatty, de dejarlo levantarse y exponer su filosofía, aunque fuera cruel o lunática, sabía que el libro saldría del sueño y seguiría a Beatty.

Volví a la biblioteca de la UCLA, cargando medio kilo de monedas de diez centavos para terminar mi novela. Con Stan Kauffmann abatiéndose sobre mí desde el cielo, terminé de revisar la última página a mediados de agosto. Estaba entusiasmado, y Stan me animó con su propio entusiasmo.

En medio de todo lo cual recibí una llamada telefónica que nos dejó estupefactos a todos. Era John Houston, que me invitó a ir a su hotel y me preguntó si me gustaría pasar ocho meses en Irlanda para escribir el guión de Moby Dick.

Qué año, qué mes, qué semana.

Acepté el trabajo, claro está, y partí unas pocas semanas más tarde, con mi esposa y mis dos hijas, para pasar la mayor parte del año siguiente en ultramar. Lo que significó que tuve que apresurarme a terminar las revisiones menores de mi brigada de bomberos.

En ese momento ya estábamos en pleno período macartista- McCarthy había obligado al ejército a retirar algunos libros «corruptos» de las bibliotecas en el extranjero. El antes general, y por aquel entonces presidente Eisenhower, uno de los pocos valientes de aquel año, ordenó que devolvieran los libros a los estantes.

Mientras tanto, nuestra búsqueda de una revista que publicara partes de Fahrenheit 451 llegó a un punto muerto. Nadie quería arriesgarse con una novela que tratara de la censura, futura, presente o pasada.

Fue entonces cuando ocurrió la segunda gran novedad. Un joven editor de Chicago, escaso de dinero pero visionario, vio mi manuscrito y lo compró por cuatrocientos cincuenta dólares, que era todo lo que tenía. Lo publicaría en los número dos, tres y cuatro de la revista que estaba a punto de lanzar.

El joven era Hugh Hefner. La revista era P1ayboy, que llegó durante el invierno de 1953 a 1954 para escandalizar y mejorar el mundo. El resto es historia. A partir de ese modesto principio, un valiente editor en una nación atemorizada sobrevivió y prosperó. Cuando hace unos meses vi a Hefner en la inauguración de sus nuevas oficinas en California, me estrechó la mano y dijo: «Gracias por estar allí». Sólo yo supe a qué se refería.

Sólo resta mencionar una predicción que mi Bombero jefe, Beatty, hizo en 1953, en medio de mi libro. Se refería a la posibilidad de quemar libros sin cerillas ni fuego. Porque no hace falta quemar libros si el mundo empieza a llenarse de gente que no lee, que no aprende, que no sabe. Si el baloncesto y el fútbol inundan el mundo a través de la MTV, no se necesitan Beattys que prendan fuego al kerosene o persigan al lector. Si la enseñanza primaria se disuelve y desaparece a través de las grietas y de la ventilación de la clase, ¿quién, después de un tiempo, lo sabrá, o a quién le importará?

No todo está perdido, por supuesto. Todavía estamos a tiempo si evaluamos adecuadamente y por igual a profesores, alumnos y padres, si hacemos de la calidad una responsabilidad compartida, si nos aseguramos de que al cumplir los seis años cualquier niño en cualquier país puede disponer de una biblioteca y aprender casi por osmosis; entonces las cifras de drogados, bandas callejeras, violaciones y asesinatos se reducirán casi a cero. Pero el Bombero jefe en la mitad de la novela lo explica todo, y predice los anuncios televisivos de un minuto, con tres imágenes por segundo, un bombardeo sin tregua. Escúchenlo, comprendan lo que quiere decir, y entonces vayan a sentarse con su hijo, abran un libro y vuelvan la página.

Pues bien, al final lo que ustedes tienen aquí es la relación amorosa de un escritor con las bibliotecas; o la relación amorosa de un hombre triste, Montag, no con la chica de la puerta de al lado, sino con una mochila de libros. ¡Menudo romance! El hacedor de listas de «Bonfire» se convierte en el bibliotecario de «Bright Phoenix» que memoriza a Lincoln y Sócrates, se transforma en «El peatón» que pasea de noche y termina siendo Montag, el hombre que olía a kerosene y encontró a Clarisse. La muchacha le olió el uniforme y le reveló la espantosa misión de un bombero, revelación que llevó a Montag a aparecer en mi máquina de escribir un día hace cuarenta años y a suplicar que le permitiera nacer.

-Ve -dije a Montag, metiendo otra moneda en la máquina -, y vive tu vida, cambiándola mientras vives. Yo te seguiré.

Montag corrió. Yo fui detrás.

Ésta es la novela de Montag.

Le agradezco que la escribiera para mí

domingo, 15 de marzo de 2009

JOAN PICH I PON

El presidente José Luis Rodríguez Zapatero ha saltado a la palestra por habérsele trabucado la lengua mientras pronunciaba un discurso ante la visita de su homónimo ruso Dmitri Medvédev. El subconsciente le ha jugado una mala pasada al sustituir la palabra "apoyar" por "follar", curiosa asociación de ideas cuando estaba hablando del aumento del turismo español en Rusia ¿quizá pensaba en alguna tenista rusa mientras pronunciaba su declaración?


Este lapsus linguae viene al pelo para hablar de otro político famoso por sus gazapos: Joan Pich i Pon (1878-1937). Político catalán que llegó a ser alcalde de Barcelona durante unos meses de 1935, además de concejal de dicho ayuntamiento en varias ocasiones, diputado provincial, senador, diputado a Cortes y gobernador general interino de Cataluña. Tan numerosos fueron sus disparates que sus apellidos han creado una denominación coloquial para ellos: piquiponadas o piquiponianas, aunque todavía no es un término aceptado por la RAE.

La causa de tantos dislates se encuentra en su origen humilde, Joan Pich i Pon fue un industrial de la electricidad, que consiguió fundar una pequeña fortuna que le permitió entrar en política y a pesar de su escasa cultura, ser propietario de varios periódicos. Es preciso reconocer que no todos los que se le achacaron en su momento fueron de su propia cosecha, ya que abundaban las frases espurias, incentivadas por semanarios catalanes como "Mirador" y "El Be Negre", que en el caso de este último, se pagaban a tres pesetas a quien aportara alguna, según declaró en sus memorias el escritor Avel-lí Artís-Gener (Tísner).

Como piquiponada original y acreditada se encuentra la que cometió en un discurso contra la inmigración: “lo necesario es que cada uno viviera (sic) en nuestra propia tierra. Entonces segurament comenzaríamos a estar bien. Los franceses, en Francia; los ingleses, en Inglaterra; los murcianos, en Murcia; los belgas, en Belgrado”...

Como piquiponadas falsas que fueron divulgadas como suyas tenemos algunas perlas, como la que en una inauguración en la que se encontraba blandiendo una espada, dicen que llegó a decir: "¿A que parezco un radiador romano?" por gladiador; o aquella otra dicha durante un verano caluroso: "Este calor es impropio de estos días. Parece que hayamos entrado en plena calígula." por canícula; o durante una de sus sesiones municipales: "Ahora con la agua cloroformizada, ya no habrá peligro de nada..." por clorada.

Son muchas, éstas que siguen posiblemente más creíbles teniendo en cuenta su habla campechana. En una ocasión al ir a presentar a un conferenciante dicen que pronunció: "Bueno, no soy yo quien ha venido a molestarles...", y esta otra en un mítin: "Ahora hará uso de la palabra el joven Pepe Ulled, que no tiene más aspiración que morir de un tiro en la cabeza defendiendo una barricada." Eran otros tiempos aquellos del primer tercio del siglo XX en España, con numerosos partidos de corte radical. He encontrado referencias a Pepe y Rafael Ulled, miembros del partido de Lerroux en el que también militó Joan Pich i Pon, lo que otorga mayor credibilidad a la anécdota.

Para finalizar, otra frase presumiblemente apócrifa también, pero que le viene al pelo debido a sus opiniones contra el clero. Durante un entierro civil se cuenta que llegó a pronunciar: "Llegará un día en que los entierros se harán sin curas y sin difunto..." ¡Gran avance para la época! No sólo logra suprimir la religión de un plumazo, sino que no se queda ahí y consigue la inmortalidad ya que no habría difuntos que llevar a enterrar. Con expresiones como esta última no es de extrañar que fuera elegido varias veces como representante público por sus coetáneos.

Fuentes:
www.verbalia.com
www.mensa.com

lunes, 9 de marzo de 2009

TRIANA 25 ANIVERSARIO y medio...

Esta entrada se la debo al programa de RNE El Ojo Crítico, y debiera haber comenzado así: "El próximo mes de octubre se cumplirán..." ya que la tenía casi terminada desde agosto de 2008 para hacerla coincidir con la efeméride, pero circunstancias sólo achacables a mí desidia, hacen que la comience como sigue:

El pasado mes de octubre se cumplieron 25 años de la muerte en accidente de tráfico de Jesús de la Rosa (1948-1983), voz, teclados y líder del grupo Triana, integrado también por Juan José Palacios (Tele) batería y percusiones y Eduardo Rodríguez Rodway, guitarras. Por tal efeméride ha salido a la venta Quiero contarte (Warner), que incluye tres CD's, los dos primeros con 24 éxitos remasterizados del mítico grupo andaluz, y un tercero titulado Tu frialdad. Homenaje a Jesús de la Rosa que pretende ser un homenaje a dicho músico, en el que colaboran artistas de la talla de Bunbury, Joaquín Sabina, Manolo Tena, El Barrio, Ketama o Cristina del Valle entre otros.

Triana pudo grabar su primera maqueta gracias al hoy denostado Teddy Bautista. Con los instrumentos que éste les prestó grabaron en 1974 el tema Luminosa mañana, pero no lograron encontrar productor hasta un año más tarde cuando publicaron El patio. Vinilo de culto por la nula promoción y escaso número de ventas que tuvo inicialmente pero que, sin embargo, corrió de boca en boca entre el mundillo de la época. Recordemos que el germen del grupo se sitúa entre una época tan lejana como son los últimos años en la vida de Franco y los primeros de la transición a la democracia.

Si bien no fueron los pioneros del rock andaluz, son considerados como tales en detrimento de grupos como Smash ya que si fueron los primeros en lograr alcanzar un éxito de ventas en unos años en que las tendencias cambiaban vertiginosamente. Lo que originó que a la muerte de Jesús de la Rosa ya su música trascendente estuviese de capa caída, absorvida por los destellos y veleidades de aprendices de músicos que componían la Movida madrileña, en auge en la década de los 80.

El fallecimiento de Jesús de la Rosa supuso en la práctica la muerte del grupo, si bien Tele intentó reflotarlo años más tarde con una nueva formación de la que llegó a editar tres nuevos discos. A Tele pude verlo en directo en Melilla acompañando a Alameda, más como personaje con su batería y su enorme gong y sus carreras sobre el escenario que como instrumentista real. A pesar de lo perjudicado que aparecía lograba interpretar a la perfección el papel de ídolo del rock patrio (tan huérfano de ellos nos encontramos) que se correspondía con el misticismo que desde la muerte de Jesús de la Rosa rodeaba a Triana. Tele falleció también lamentablemente hace unos pocos años, víctima de un corazón demasiado cansado.

Eduardo Rodríguez es el único integrante de la banda original que aún vive, y el que pone la nota discordante a este ¿homenaje? que no queda ya tan claro si leemos el manifiesto escrito por él en enero de 2008:

Triana vuelve sin ninguno de sus fundadores.

Yo Eduardo Rodríguez Rodway único miembro vivo del grupo Triana y co-fundador del mismo ante el engaño, estafa y el aprovechamiento del legado cultural y moral por mercaderes del todo vale, músicos mercenarios, cantantes caricatos, maletas de viudas, representante mercachifle que manchan, utilizan, y equivocan el buen nombre del grupo a nuestros fans y al público general solamente por el puto dinero, declaro que:

¿Dónde queda la Dignidad?
¿El Respeto por la obra hecha? ¿Por los ausentes? ¿Por Mí?
Vampiros de toda la energía que hemos derramado en el pasado. ¿Por que no dejáis tranquila a Triana?

Triana no merece traidores.

¿Quién es una viuda para hacer obra en nuestro nombre?
¿Quién es un representante ladino para manipular todo y confundir?
¿Cómo tienen la poca vergüenza de utilizar el mismo logo que tampoco es suyo?...
Aquí no hay ningún tributo de homenaje, sólo utilización mercantil y zafia.

Ellos no quieren saber que Triana ha costado “Sangre, Sudor y Lágrimas” muchas lágrimas.

Desde aquí me siento engañado, triste y afligido
Tantas segundas partes ya está bien!!!!

Oportunista o no (que me temo que va a ser que sí), este cd nos brinda la oportunidad de recordar a uno de los grupos pioneros del rock progresivo en España, os dejo una intervención en el programa de Moncho Alpuente (indescriptible pinta la suya) Mundo Pop.




Para conocer un poco más: Wikipedia, Web, Myspace.

jueves, 5 de marzo de 2009

EL PACIENTE GALLEGO

Un gallego de unos 45 años va a Madrid y decide hacerse un chequeo general, durante el cual, el médico para conocer su modo de vida le interroga sobre sus hábitos. La conversación entre el médido y el paciente se desarrolla de la siguiente manera:

Médico: ¿Qué tal come?

Gallego: Normal

Médico: ¿Qué es para usted normal?

Gallego: Como tres veces al día, alimentos equilibrados y sin muchas grasas.

Médico: Muy bien ¿y de ejercicio físico?

Gallego: Normal.

Médico: ¿Qué es para usted normal?

Gallego: Dos o tres veces por semana practico algún deporte o ando en bicicleta.

Médico: Muy bien, muy bien ¿y de sexo?

Gallego: Normal.

Médico: ¿Qué es para usted normal?

Gallego: Una o dos veces al mes.

Médico: ¿Está loco? Eso no es normal. Lo normal a su edad serían una o dos veces por semana.

Gallego: Eso para usted que es médico en Madrid, pero no para mí que soy cura en Galicia.

LA LEY DEL TALIÓN

Vía la caja tonta me he enterado de la noticia de que Ameneh Bahrami, una mujer iraní que reside acogida en España (de la que percibe una pensión de 400 €) desde que sufrió la agresión en 2004 de un pretendiente despechado que la dejó casi ciega entonces, ahora ya con ceguera absoluta, y totalmente desfigurada, va a regresar a su país donde se ha dictado sentencia contra su agresor. La Justicia de aquel país va a permitir a Ameneh pagarle con la misma moneda, esto es aplicándole aquello (en este caso literalmente) del ojo por ojo, aunque como veremos más adelante no tan literal.

Esta noticia me sugiere varias interpretaciones, en primer lugar apreciar el error que me ha llevado tanto a mí como a todos los medios escritos y audiovisuales al usar la Ley del Talión para titular la noticia. Realmente lo correcto sería hablar de la Ley de Qisas (venganza) al quedar el delito fuera de la Sharia o ley musulmana, y por lo tanto tratarse de un delito de carácter civil y no religioso, pero que algunos países musulmanes incorporan a su cuerpo legislativo otorgándole el mismo nivel que puede tener cualquier Código Penal en los países occidentales, y por tanto, pudiendo los Tribunales aplicarlo cuando así cuando dicten sentencia. En España sería como decir que la Biblia tuviera carácter de ley y pudiera ser aplicada por el Garzón de turno, mejor no dar ideas....
Levítico 24: 17:20
17 El que hiera mortalmente a cualquier otro hombre, morirá.
18 El que hiera de muerte a un animal indemnizará por él: vida por vida.
19 Si alguno causa una lesión a su prójimo, como él hizo así se le hará:
20 fractura por fractura, ojo por ojo, diente por diente; se le hará la misma lesión que él haya causado a otro.

Otra cuestión es el valor que la legislación musulmana otorga a la mujer a saber: la mitad del de un hombre. Según esto, Ameneh sólo podrá cegar un ojo a su agresor, ya que sus dos ojos sólo valen por uno de los del hombre; me pregunto si éste podrá elegir aquél que tiene más dioptrías (puestos en lo peor pues lo menos malo ¿no?). Tampoco se valora el sufrimiento recibido, ya que si la víctima tuvo que soportar como el ácido era lanzado hacia su rostro sin contemplación alguna, sufriendo de dolores inimaginables hasta que pudo recibir asistencia médica, el agresor en cambio percibirá el castigo con cuentagotas y convenientemente anestesiado y asistido por profesionales. También me pregunto de las garantías que recibirá Ameneh para poder hacer cumplir la pena total, esto es la ceguera absoluta de uno de los ojos del agresor; supongo que la aplicacion de la condena será supervisada por oficiales de justicia y por médicos oftalmólogos iraníes, quién nos dice que de tratarse de hombres (lo más probable) simpaticen más con la situación del condenado que con la de la víctima, evitando un daño irreparable o total en el ojo del acusado.

Esta noticia además coincide con las distintas movilizaciones surgidas en España inducidas por los familiares de las víctimas, fundamentalmente a raíz del caso de la niña Mari Luz en Huelva y el más reciente y contemporáneo de la joven Marta del Castillo en Sevilla que persiguen un endurecimiento de las condenas. Partiendo de estas peticiones populares por otro lado totalmente comprensibles: ¿sería lícito llegar a considerar la venganza como restitución para las víctimas y/o familiares, o debe seguir siendo considerada una ley bárbara y/o obsoleta? Hay que tener en cuenta que la ley del Talión o sus equivalentes surgen en una época en la que lo normal eran las vendettas o venganzas de las familias de los agredidos, que en la mayoría de los casos superaban el daño original, provocando una espiral de violencia que se extendía en el tiempo sobre sus descendientes. Esta ley procuraba y conseguía (al menos sobre la piedra en la que estaba escrito) poner límite a esa venganza justificada, dando por concluído el agravio con la aplicación de una condena proporcional a dicho daño. Desde ese punto de vista no puede ser considerada como una ley bárbara, aunque sí obsoleta, ya que su origen se remonta al Código de Hammurabi (1792 aC). Quizá no bárbara hace 3800 años, pero sí lo es a todas luces hoy en día a los ojos de cualquier occidental.

Por último, y pese a lo políticamente incorrecto que pueda parecer esta opinión, referirme a la hipocresía de la víctima, que se ampara bajo la protección, tutela o caridad del Estado Español, pero que a la hora de elegir la Justicia a aplicar escoge la de su país; y digo escoge porque si bien el acusado no puede ser juzgado por los tribunales españoles (aquí me he tirado de cabeza al agua, igual aparece un juez ansioso de protagonismo), si es potestad de la víctima el rechazar esa medida bárbara y aceptar cualquier otra equivalente que establezcan los tribunales iraníes, aunque esa justicia escogida por Ameneh sea la misma que la desprecia como persona al valorarla a ella por su condición de fémina nada más que como medio hombre.

En noticias como ésta es donde se aprecia la separación abismal que media entre el mundo occidental y el mundo musulmán, y donde se pone de manifiesto la falacia del término integración, ya que cualquiera escogerá siempre la sombra del árbol que más le cobije, en el caso de Ameneh, no duda en disfrutar de las ventajas de la sociedad española, pero sin aceptar su código moral y ético de justicia. También nos advierte la noticia de lo intransigente de una sociedad regida por leyes con fundamento religioso y no civil, que nos sirva de recordatorio.